Y decidimos sentarnos a almorzar en un andén frente a la Casa LGTBIQ+, procedí a sacar mi coca de almuerzo y darle muela a esas lentejas con arroz que me prepare la noche anterior.

Mientras estaba comiendo, se me acerca una persona de mirada perdida, pero valerosa, con la frente en alto y un poderoso caldo en la mano el cual estaban brindando en la olla del evento.

Se sentó a mi lado y sin más, empezamos a hablar...

Doña Alba, de estatura menos del promedio, pero con una voz firme me cuenta lo difícil que es ser parte de la comunidad y más en un barrio marginal como lo es el barrio Santa Fe, donde es mejor "Hacer el favor" y ganarse 100 mil pesos que vender 2 costales llenos de reciclaje y que le den 10 mil pesos, así por casi 20 años, siendo parte de diferente rituales sexuales con el fin de rebuscarse la papa del día a día.

Nos levantamos y cada uno cogió por su camino, Alba, a vender lo que tenía de reciclaje para luego ir a cambiarse lo más rápido posible para marchar con la comunidad.

Y yo, bueno, debía seguir haciendo mis "fotos".

Esta solo es una sola realidad entre muchas que tienen que vivir personas de la comunidad, donde la supervivencia no es una opción sino una obligación.

Alba no está en las fotos publicadas.